martes, 20 de agosto de 2013

HISTORIAS DE INMIGRANTES Y DARIO VITTORI

Nuevamente Darío Vittori vuelve a ser homenajeado en Montecelio, el pueblo italiano que lo vio nacer. Allí, en el Teatro Comunale que lleva el nombre del actor se llevará a cabo un festival sobre la inmigración italiana a la Argentina.
La familia Margozzi, tal el verdadero apellido de Vittori, no fue una familia que dejó una Italia pobre en busca de una tierra fértil que prometía riquezas. Los Margozzi fueron obligados a escapar de Italia y Montecelio por motivos políticos. Aún hoy, los monteceleses reconocen y admiran a la familia de Darío Vittori por esta acción. El padre del actor, Atico, era un agitador político entre los campesinos del pueblo y con la llegada del Nacionalismo al poder, estas acciones no tenían lugar en el pequeño pueblo de 2000 habitantes. El pequeño Melito Margozzi, "in arte" Darío Vittori, huyó de Italia en brazos de su madre por la ideología paterna. Llegó a la Argentina y escribió la historia que muchos conocemos.
Hoy, ese pueblo casi peatonal, con calles de piedra de subidas pronunciadas y bajadas que necesitan escalones para no rodar por el piso; lo homenajeará en el día de su cumpleaños, el 14 de septiembre.
Entre las actividades previstas, habrá un recuerdo para el ciclo televisivo "Teatro como en el Teatro" pero en el dialecto del pueblo, el Montecelese (que ni el mismo Vittori lograba hablar con fluidez). También se proyectará la película "Un día de suerte" de Sandra Gullota que fuera el último papel de Darío Vittori en el cine argentino y que cuenta una historia de inmigración italiana en la Argentina del año 2000.


viernes, 5 de octubre de 2012

RECONOCIMIENTO

Tanto girar por el país. Tantos kilómetros recorridos. Y desandados. Tantos pueblos, estaciones de servicio, comedores ruteros, baños, peligros… tantos teatros, tantos cines transformados en teatros, tantos gimnasios de clubes, salones de actos, transformados en teatros… Que al fin sucede… Muchos argentinos pueden decir que “su primera vez” en un teatro fue para ver una obra de Darío Vittori. Porque Darío Vittori les llevo el teatro hasta sus casas, hasta sus plazas, hasta ese lugar por el que sienten orgullo como sólo aquellos que nacieron en pueblos chicos lo pueden sentir… “Vittori vino al pueblo”. Reconocimiento. Para que alguien tenga un reconocimiento, tiene que haber otro que quiera agradecer y distinguir. Esto es algo que en Argentina pasa muy poco. Y mucho menos pasa reconocer, agradecer y distinguir a alguien en vida. San Martín, el Che Guevara y tantos otros que fueron importantes para nosotros una vez que dejaron este mundo. Y precisamente lo abandonaron lejos de nuestro país. Pavón Arriba es una pequeña localidad de inmigrantes italianos en el corazón de la pampa santafesina. A pocos kilómetros del Arroyo Pavón donde se libró la célebre batalla, este pueblo y otros de la región comparten una peculiar afición por el teatro. Muchos de ellos dedican horas de sus semanas para participar en grupos vocacionales. Uno de esos grupos es el que comanda Raul Colmegna. Raul conoció a Vittori en un seminario de dirección teatral que brindaba Lydia Lamaison en Buenos Aires. Allí entablaron una muy buena relación que aceitaron cuando Darío, luego, se presentó en Acebal y Sargento Cabral, dos comunas muy cercanas a Pavón Arriba. Raúl le pidió al Tano que apadrine al Grupo Teatral del pueblo y el actor, siempre tan efusivo, le subió la apuesta: no sólo apadrinaría a la compañía sino que además se comprometía a actuar con ellos el día que presenten su próximo espectáculo. Y puso una condición, unos buenos fideos para la cena post estreno. La suerte quiso que en 2001 Darío Vittori se vaya de gira para nunca más volver pero la sangre italiana y tozuda de Raúl se empeñaron en que las cosas no queden por la mitad y el 29 de septiembre de 2012 la Asociación Teatral de Pavón Arriba comenzó a llamarse Asociación Teatral Darío Vittori, al tiempo que declararon al actor Personalidad Distinguida de la Cultura. Serán así los reconocimientos. Serán insospechados. Vienen de donde menos uno los espera. Montecelio (Italia) y Pavón Arriba (Santa Fe) dos lugares en los que Darío Vittori nunca actuó. Pero habrá dejado una huella imborrable sin más armas que su pasión: el amor por el Teatro. http://www.youtube.com/watch?v=2Bgwd-AMiYM

martes, 11 de enero de 2011

HOMENAJE

El próximo 19 de enero de este año 2011, se realizará un homenaje en Montecelio a 10 años de la muerte de Darío Vittori.
En la casa donde nació se colocará la placa que acompaña este texto.
Se recuerda el lugar donde nació il Grande attore teatrale.
También se proyectarán fotos y películas.

Cuesta pensar como en Montecelio donde nació pero nunca vivió. Allí donde ni siquiera aprendió a caminar. Allí donde volvió de grande, con una esposa, hijas, nietos y una prolífica carrera.
Allí es homenajeado con todo orgullo y honores.
En la Argentina, no.

El tipo que llevó el teatro a cada pueblo, el pionero del teatro en la costa y en Villa Carlos Paz y que nos dejara hace 10 años, aún espera un reconocimiento del país al cual le dio todo.
A él no le importaba mucho. A él sólo le interesaba el aplauso y el cariño de la gente.
De eso vivía... Y vivía feliz...








lunes, 10 de enero de 2011

CON ABUELO


Andrés Calamaro escribió una canción maravillosa (eso no es novedad) llamada así para homenajear a Miguel Abuelo. Muchas cosas de ese Abuelo tenía MI Abuelo.


Este Abuelo mío también era generoso y me dejó trabajar con él.

Este Abuelo mío también dejó gloria y regaló historia.

Este Abuelo mío iba siempre al frente y era un ejemplo de talento urgente.

Este Abuelo mío también era un ejemplo de lo que es vivir fuerte.

A este Abuelo mío también era difícil llegarle solamente a los talones.

Este Abuelo mío también sabía a quién acostar, a quién regalar y a quién olvidar.

Este Abuelo mío si tenía algo que decir lo decía dos veces.

A este Abuelo mío también lo extraño suficientes veces al año.

Ojalá este Abuelo mío me pudiese ver ahora...

Y para este Abuelo mío, Dario Vittori, también ya son 10 años de alta desde el hospital.

Y nunca más volví a ver a otro como él...


lunes, 11 de enero de 2010

EL CANTANTE


Era un viaje que había preparado cuidadosamente. Hacía 9 años que no pisaba Europa. Quería volver a Montecelio y recorrer un poco más. Ya tenía los pasajes, las valijas casi preparadas. Hablaba todo el tiempo del viaje que estaba por hacer a Italia (para él, Europa era Italia). Pero sonó el teléfono. Del otro lado un importante productor con una tentadora oferta. “Darío te queremos para esta película… hay un papel que es para vos… es ideal… tenés que ser vos”. Darío no quería saber nada. Lo único que quería era embarcar en ese avión de Alitalia rumbo a Fiumiccino. “Imposible, me voy a Europa… Olvidate”.

Al día siguiente volvió a sonar el teléfono. “Darío pensalo bien… La película es con una importantísima estrella de la canción y vos sos la contrafigura… Es un éxito seguro…”. Darío no se apartaba de su objetivo: “Yo me voy a Europa, ya tengo los pasajes… Además, el cantante hace la película y vende discos… Yo que gano?”. El productor insistió: “Darío podés viajar en cualquier momento… la película la tenemos que hacer ya… Por favor… Este papel está hecho a tu medida. El cantante quiere que seas vos”.

Darío lo pensó. El productor era de primera linea. El cantante era muy importante. Pero su viaje era lo que más ansiaba. Necesitaba una excusa para zafar de la película: “Bueno, vos me podés pagar cien mil dólares??” Gran excusa. Era un dineral. Imposible para cualquier proyecto.


El 21 de agosto de 1980 se estrenó con impresionante suceso “Subí que te llevo” con la actuación de Sandro, María del Carmen Valenzuela y … claro… Darío Vittori…

El viaje a Italia tuvo que esperar hasta 1982.


viernes, 12 de junio de 2009

Darío Vittori: DE MONTECELIO A RECOLETA

Darío Vittori: DE MONTECELIO A RECOLETA
En barco, un año después de la huida de su padre amedrentado por persecuciones políticas, llegó el pequeño Melito Margozzi a la Argentina. Del puerto de buenos Aires a Recoleta cuando este barrio alternaba viejas y majestuosas casonas con conventillos. Y entonces la primera casa. De frente uno podía ver una carnicería, una peluquería, un almacén. Pero detrás, en cada habitación, se refugiaban familias enteras de inmigrantes. Todos ellos trabajadores. Attico atendía la peluquería mientras Melito y, un año más tarde, su hermano "Vinicho" (Benicio, en castellano) hacían de las suyas. En Recoleta todos se conocían. Y entre los inmigrantes, que eran muchos, intercambiaban historias, se presentaban hijos y armaban parejas para futuros matrimonios. Todos trabajaban. Todos se entendían. Todos tenían un dialecto. Y todos se respetaban.

viernes, 19 de diciembre de 2008

DE MONTECELIO A RECOLETA


En barco, un año después de la huida de su padre amedrentado por persecuciones políticas, llegó el pequeño Melito Margozzi a la Argentina. Del puerto de buenos Aires a Recoleta cuando este barrio alternaba viejas y majestuosas casonas con conventillos. Y entonces la primera casa. De frente uno podía ver una carnicería, una peluquería, un almacén. Pero detrás, en cada habitación, se refugiaban familias enteras de inmigrantes. Todos ellos trabajadores. Attico atendía la peluquería mientras Melito y, un año más tarde, su hermano "Vinicho" (Benicio, en castellano) hacían de las suyas. En Recoleta todos se conocían. Y entre los inmigrantes, que eran muchos, intercambiaban historias, se presentaban hijos y armaban parejas para futuros matrimonios. Todos trabajaban. Todos se entendían. Todos tenían un dialecto. Y todos se respetaban.